En 1859 los hermanos Ignasi y Casimir Girona deciden crear una gran fundición. Pertenecían a una de las familias más relevantes de la sociedad catalana de su siglo, su hermano Manuel sería alcalde de la ciudad en 1876 y fundador del primer banco privado en 1844, el Banco de Barcelona. A partir de la adquisición en 1862 de una ya existente, la familia Girona establece la Fundición de la Mare del Remei al final de la calle Taulat del Poblenou, pero popularmente ya se le conocería para siempre como “Can Girona”. Era una fundición de segunda fusión que entonces aún no poseía altos hornos y donde se construyeron los primeros carriles ferroviarios.
En 1881 los hermanos Girona seguían teniendo el control cuando la empresa se transformó en Materiales para Ferrocarriles y Construcciones, especializada en la construcción de vagones y que poseía una línea férrea propia hasta la estación de Francia. El mismo año de 1881 es proyectada la emblemática “Torre de les Aigües”, un gran depósito de agua que si bien estaba situada en el interior del complejo siderometalúrgico, pertenecía a la empresa “Aguas del Besós”, que luego pasaría a ser propiedad de la sociedad “Aguas de Barcelona”, una construcción que fue objeto de disputas, aunque de ella se acabaría beneficiando Can Girona desde 1920. En 1907 la empresa dispone de un alto horno que se complementa con otro en el 1928. Tras el golpe militar de 1936 la empresa es colectivizada, y si bien como otras del ramo pasaría a trabajar como industria de guerra, fue una de las empresas en la que se introdujeron mejoras, importado máquinas eléctricas y hornos especiales para hacer nuevas aleaciones. Mejoras que con la vuelta de los antiguos amos fueron demolidas para borrar en el futuro el logro de los obreros autogestionados.En 1947 la empresa pasa a estar controlada por el Banco Central y cambia su denominación por la de Materiales y Construcciones (MACOSA). En 1950 se alza su enorme chimenea , que con una altura de 65,3 m. es la más alta y moderna de Barcelona. En 1988 es finalmente absorbida por la corporación francesa Alstom, que ante la remodelación de frente litoral para las olimpiadas del 92, no duda en vender los terrenos en una operación poco clara a otra multinacional, Kepro. Una zona donde se edificará ese complejo de rascacielos, oficinas y centros comerciales, llamado "Diagonal Mar".
Acababa así la larga relación de Can Girona con el barrio del Poblenou, una empresa en cuyo seno ya pasada la posguerra había visto crecer de nuevo un movimiento obrero, pero éste ya básicamente reivindicativo y que luego cristalizaría en las llamadas Comisiones Obreras de Catalunya